Diferente decías, pero hasta tu sabías que era mentira, que tu si que me querías, que me ibas apoyar en todo, que confiabas en mi, que todo lo que me propusiera lo iba a sacar a delante y que tu, tu ibas a estar ahí apoyándome, viéndome triunfar, celebrando conmigo mis grandes victorias.
Jamás supiste valorar todo lo que te di, todo lo que te ofrecí, ni si quiera todo lo que brinde por ti, por verte sonreír. Para mi todo lo que te pudiera dar me parecía poco, quería darte más y más.
Y ahora que veo lo que de verdad eres, me da pena haberme enamorado de alguien que solo me veía como un clavo capaz de sacarle el otro clavo que tenía.
Todo esto es tan absurdo, pensar que yo podría amarrarte, me equivoque pero prefería seguir en mi gran mentira coloreada de azul.

Pero debo de decir que por fin he sacado fuerzas para borrar todo lo que un día construimos juntos, como tú has hecho. Que rápido olvidaste las mañanas que te despertaba con café en la cama, todas las siestas llenas de besos o todos los domingos en casa. Todas las veces que nos fundimos en uno, cualquier momento del día era bueno para hacerlo como dos locos, dos locos apasionados el uno por el otro, no nos importaba el lugar, cualquier sitio era bonito para crear magia con nuestros cuerpos y la verdad que era impresionante la facilidad que teníamos para crearla.
Todo era tan bonito, no había miedo, ni inseguridades y mucho menos complejos, solo eramos nosotros, pero al final terminamos separándonos.
Ya he conseguido arrancar las páginas de mi libro que llevaban tu nombre, total es disparatado seguir pensando que algún día volverás y aun lo es más pensar en el mundo que inventamos.
Tú ya tienes con quien seguir creando tu mundo y yo he preferido quedarme con el alcohol que por lo menos sé que me puede destruir hasta el punto que yo quiera.